Nace el rojo del cielo,
se pierden en el bosque las lianas,
los manglares y el destello verde.
La música caribeña adormece,
el vapor de la tierra calienta el deseo,
aminora el encanto
y acrece la incomodidad del instante.
Resbala el sudor,
caen lentamente los recuerdos;
el frío trémulo y seco da paso
al calor asfixiante del deseo.
Rumoran las cigarras,
la lluvia cae tibia,
los mosquitos sustraen sangre foránea
para secuenciar la prole del trópico.
Suscitan pensamientos
mientras muero lentamente
en una tarde de trópico.
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