I:
Ántrax perfumado
Tan sólo son paisajes transitorios.
Recuerdos vívidos de la imagen grotesca.
Un par de palabras al viento
o la sombra del árbol que ha desaparecido.
Pasado del pasado:
recuerdos del futuro.
La satisfacción de la ira
o la vejez de los libros,
lo que te regalo hoy, padre mío
en son de vituperio y travesía:
Paz sin amor,
bendiciones,
deicidios
y esperanzas.
Te regalo también
por medio de letras errantes,
mis delirios:
las revoluciones olvidadas
y las falsas promesas de un mundo mejor.
antes de que la muerte nos perpetúe
que la vida nos engañe
o el sueño lúcido termine, así, sin más.
Todo esto te lo ofrendo, matizado de esperanza
porque la luna nos ha abandonado
desde aquel día, en que Dios dijo:
Nietzsche está muerto.
II:
Resurrección
…y desde aquel día
todo transcurre igual:
la paz sigue destruyendo naciones
y la violencia, rebrotando cardos.
Los hombres son materia inmortal:
camino al éxito en diez pasos,
igualdad de género
y putas por doquier.
La filosofía, tan sólo semántica.
La literatura, el asco del best-seller.
Los sueños son pesadillas
y las pesadillas, las esquinas de los barrios.
¡Ya todo ha muerto aquí!
Los aquelarres están agendados,
el infierno ya no está debajo.
Los bodrios adornan las vitrinas
a precios de remate.
De nada valió tu inmortalidad
ni los testamentos traicionados.
Te necesitamos, alma infiel;
Federico, bastardo pródigo:
romano, judío, gitano,
asesino loco de las calles.
¡Reclamamos tu presencia nefasta
en los corazones pulcros y santificados!
¡Tu naturaleza innata y traicionera
dadora de vida y de arte real!